Yo no desconfío tanto de mí.
No soy como Alvy Singer que dice que no le gustaría pertenecer a algún club que lo tenga a él como miembro.
No sé si me gustaría charlar conmigo por horas, porque tan interesante, no soy. Pero al menos no me molestaría sentarme cerca de mí un rato, y, si me cruzo en la calle, inclinar la cabeza o concederme alguna sonrisa, aunque sin particular interés.
En cambio, (creo) toleraría mi compañía si estoy con alguien más. Si mi sonrisa no va dirigida al espejo o se desvanece sola en el aire. Si soy capaz de hundirme en mi compañía, en vez de una terrible soledad.
Pero a veces siento que mi estómago está en otro lado, que no entiende demasiado de mí. Ni siquiera sé si yo entiendo a mi estómago o me entiendo a mí misma.

Llevo estas discusiones conmigo a la playa. Llevo estas discusiones a mis caminatas sin compañía. Llevo estas discusiones a los sitios más apartados del sol o la lluvia.