Últimamente todos en esta ciudad parecen aburridos, complicados, tristes.

No vivo en una ciudad fácil de vivir. Vivo en una ciudad en donde un alto porcentaje de mis amigos se han mudado para evadir los problemas, la falta de oportunidades, la delincuencia, la paranoia, incluso la falta de actividades de "recreación".

Vivo aún aquí siendo casi un "bicho raro", al haberse ido en el último mes por lo menos 10 personas queridas. Pero, yo vivo en el lugar donde quiero vivir, aunque no viva en la ciudad donde quiero vivir (si nos vamos al concepto no tan básico de lo que es una ciudad). Vivo feliz al despertarme viendo el Ávila, hasta que me doy cuenta de que aunque quiera no puedo ir a desayunar un día de la semana a algún lugar porque no tengo dinero. Vivo feliz caminando por la ciudad hasta que me toca subirme al metro y esperar 3 vagones para poder llegar al lugar donde quiero. Vivo feliz hasta las 7 pm. porque después volver a casa es muy complicado y peligroso para los que no tenemos carro. Vivo feliz hasta que me gasto un cuarto de mi quincena saliendo un día a tomar cervezas con los pocos que quedan viviendo acá. Vivo feliz en mi pequeño apartamento hasta que me doy cuenta de que el miércoles no tendré más que 4 amigos para celebrar mi cumpleaños.

Y bien todo podría superarse, la tecnología que lo hace todo más fácil, seguir en contacto con la gente y familia tan querida que ya no está. Salir a lugares nuevos y conocer gente, pero quiénes si muchos se fueron, con qué dinero y con qué certeza de que volverás sano y salvo a casa (quizá acá se me vaya un poco la mano, pero estoy sensible). Y con todo esto los problemas, el aislamiento, la falta de cercanía, y hasta la modificación del concepto de pareja (y esa nueva mala maña de las relaciones a distancia, coño).

A lo que siempre me quiero preguntar (jamás quiero dejar de pensar en ello): cómo puedo contribuir a que esta ciudad esté mejor. Cómo me mantengo aquí contenta y con ánimos. Cómo vivo en Caracas queriéndola como la quiero y odiándola como lo hago. Cómo se me van las ganas de irme y de mandar todo a la mierda.

Confío y creo en mi responsabilidad, derecho, deber, obligación, de trabajar por esta ciudad. De hacernos todos mejores personas, de creer en la tolerancia y bajar la guardia, de sonreírle a la gente en la calle sin importar que te devuelvan una mirada de extrañeza, de pasar por alto ciertas cosas, pero no perdonar la impunidad en algunas de las reacciones que comúnmente veo. Siento la necesidad de que nos sintamos todos merecedores de una mejora, de un lugar vivible, de explotar la creatividad de cada miembro, de no perdonar la discriminación en el vocabulario de la gente, de no tolerar ni un sólo "por eso estamos como estamos" más.

Quiero a esta ciudad "aunque me acuse de loca y de mersa". La que parece no quererme más aquí, pero soy terca.