1.12.13

Esto lo acabo de encontrar en un bolso que no abría desde el año pasado. De los días con V.:

Uno de mis escritores favoritos en uno de mis libros favoritos, habla sobre lo fácil que es sentirse joven y feliz en el mar.

Y aquí estoy, esperando al chico con el que he pasado los últimos 5 días de mar, juventud y felicidad. Se fue a escalar una montaña rocosa para buscar una buena foto de la isla paradisíaca en la que estamos, yo lo espero con algo de tos y gripe. La verdad es que me siento terrible desde anoche, pero su compañía hace que quiera seguir con esta aventura. Hace tanto que se fue que no sé si la verdad es que me preocupé y tomé la hoja más rota y vieja, que en realidad es la única que tengo en el bolso, que encontré y comencé a relatar lo que pasa para no pensar en lo lejos que está.

Ayer tuvimos sexo dentro del mar, la playa estaba medio vacía y nos alejamos bastante para hacerlo. La sensación es increíble, la ligereza marina caribeña. Cada día disfruto más de las ventajas del lugar donde nací.

Cuando regrese le contaré que he estado escribiendo sobre él, o mejor no. Creo que no vale la pena. Más bien comienzo a reconocer en mí los rastros de las personas con las que estuve y lo que debí o no hacer en algunos momentos. El amor es probablemente la sensación más pasajera que conozco, después está la felicidad. Pero no es que lo piense desde un lugar sufrido, es quizá la certeza de que puedo enamorarme profundamente en un momento y al siguiente ya no más. Justo ahora me siento así. Estoy enamorada de este hombre que no hace más que hacerme feliz siendo la persona más sencilla, llevadera, aventurera, amable y amorosa que conozca. Qué completa me hace sentir. Después de él, ya no sé de más nadie con quien quisiera pasar el resto de mi vida. Imaginarlo es el vacío.

He estado disfrutando más de los momentos, como eso tan lindo que me escribió una vez Bernardo en un correo cuando ya había regresado a Brasil. Eso sobre el pensamiento, el cuerpo y el tiempo. Cómo nuestro pensamiento anhela futuro, el que nuestro cuerpo no puede vivir y deja la pesadez de algunas horas poco vividas. Incluso de esas que anhelamos tanto y no volveremos a encontrarnos en el futuro (justo en el que pienso ahora).

Trato de no pensar más en el pasado, en el mío, en el suyo, en el nuestro. Tampoco en qué nos depara el futuro incierto, que se quede como es: una masa de tiempo por la cual no puedo sentir nostalgia o muchísimo menos amor.

¿Dónde carajo está Vinicius?

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esto, pues no es sólo mío. podría serlo, de hecho, lo es. pero decido compartirlo.