3.7.13

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Con los años me hago más sensible. Cada vez más. Tengo días pensando en los lentes de mi abuela. Estaban en mi casa y yo solía usarlos en chiste, porque los cristales eran absurdamente gruesos. Ahora pienso de nuevo en usarlos y cambiarles la fórmula y no los encuentro.

Mi abuela materna murió cuando yo tenía 6 años. Recuerdo el día (la madrugada) como si hubiese pasado ayer.
Ella tenía unos días enferma, mamá se había ido a visitarla y yo me había quedado con papá para ir al colegio y qué sé yo. La abuela tenía unas úlceras que se le complicaron y que los médicos no atacaron a tiempo ni de la manera correcta. Murió en la sala de operaciones (aunque ellos dicen que salió viva), la cosieron mal y dejaron su cuerpo desnudo tirado en una camilla en la morgue. Yo he soñado muchas veces con este momento. Hasta he llegado a pensar que yo la vi y cuando le digo a mamá, me dice que no. Evidentemente yo no estuve allí, cuando mi abuela Chepa murió por mala praxis.
Tengo muchos recuerdos de ella. Siempre viajaba a casa para visitarnos y cuidarme. Se llegaba de sorpresa a los cumpleaños de mamá con sus zapaticos keds. Le encantaban las manualidades. Hacía unos imanes para la nevera en forma de vegetales que siempre me hicieron gracia. Tenía una voz profunda y le encantaba acostarse en la hamaca a hacer crucigramas, yo solía acostarme con ella. Era una mujer religiosa, de la iglesia. Una vez nos compró a mis primos y a mí unos vasitos tupperware de colores que tenía siempre en la nevera para cuando llegáramos. El mío era naranja, aunque siempre quise y pretendí que era el rosado que era en realidad de mi prima. El naranja aún está en la nevera y 20 años después es el vaso que uso cuando llego a su casa.
Una madrugada me desperté y vi a papá haciendo maletas en el vestier. Mi abuela había muerto y saldríamos al aeropuerto en poco tiempo. Nunca vi a alguien manejar tan torpemente la noticia de la muerte de alguien tan querido. De su funeral recuerdo poco, pero era casi imposible entrar a la sala de tantos arreglos florales. Como señora de iglesia, era muy querida por todos.
De ella me quedó una lupa azul de bolsillo y unas enciclopedias de cuentos para niños que eran de mi mamá y mis tíos (9 muchachos parió la abuela), con unas ilustraciones hermosas que me tatuaré una vez decida cuál. Y evidentemente el vasito naranja.
Este año serán 20 de la muerte de la abuela y 2 de la muerte del abuelo, 5 de la del tío Morocho. Todos murieron un 25 de distintos meses. Raro.

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esto, pues no es sólo mío. podría serlo, de hecho, lo es. pero decido compartirlo.